lunes, 22 de diciembre de 2008

Navidad según santa yo

Estoy harta de las reseñas optimistas de navidad, es momento de que seamos sinceros. He aquí el manifiesto por medio del cual no me gustan tanto estas fechas como se podría pensar de una melosa como yo.

Uno.La navidad contiene una serie de resentimientos familiares previamente archivados que deciden hacer su triunfal aparición en cada uno de los más mínimos detalles de la noche. Que si Pancho nomás viene a ponerse borracho y a moquearnos el ponche , que si no queremos los tamales de Juana porque el año pasado nos enfermamos , que si a la tía Chucha le tocaba el atole y no trajo nada igual que siempre y nomás se hace mensa. AH! me canso tan solo de pensar en tanta tontería propias de las mejores familias.

Dos.Nunca falta el tío o la tía incómoda que cada año participa en la historia chismosa que se contará de boca en boca por los siglos de los siglos, amén. En mi caso, está mi tía Lety que desde que tengo memoria nos jura a todos que nos compró un regalo que olvidó en la casa, así que mi pregunta es ¿será que la tía Lety tiene un closet repleto de regalos que siempre deja en casa?, o ¿será que los presentes se van a formar parte de alguna dimensión desconocida que no alcanzamos a imaginar? Ok, lo admito, este punto es chistoso y nos alegra las celebraciones (hay que darle un poco de crédito)

Punto número tres. Toda la deliciosa comida que nos tragamos en el típico bacanal decembrino termina atestando los gimnasios en enero, debido a la enorme cantidad de gordos asustados que aseguran no haber comido tanto y que tienen como propósito de año nuevo bajar esos kilitos de más. Entre lo que te comes en la cena además de las galletitas, chocolatitos y buñuelos que todo mundo te regala es suficiente para adquirir una siluta de pavo.

Cuatro. Puro trabajo. Es la etapa del año en la que mi mamá se pone más enojona de lo usual y nos hace tallar con cepillo de dientes el cancel de mi casa (esto no es una broma), preparar cena y tener todo reluciente para cuando lleguen los invitados. Además de que haciendo gala de que soy buena hija me paso toda la noche lavando platos porque como es navidad y es una fecha importante no podemos comer en platos desechables, según mi mamá pues. Mi tío Padre es tan fino que hace una comida en 3 tiempos que multiplicados por 11 personas nos dan como resultado muchos platos.

Cinco. Ahora que trabajo en una tienda tengo que lidiar con el estrés de mi tío debido a las bajas ventas de la tienda. Parece ser que este año la gente está decidida a comprar menos por lo que mi tío se enoja más.

La verdad es que no sé que pensar de estas fechas. Santa Claus ha dejado de formar parte de mi vida y sin el deseo de ver alguna sorpresa en mis zapatos las navidades no son lo mismo. En todos lados hay mucha gente y aunque no lo crean, todo mundo está extrañamente hostil, y eso que se supone que aquí la grinch soy yo.

Pero concretizando un poco las cosas, por más odiosas que puedan resultar estas fechas por esas y muchas más cosas, creo que sí vale la pena ser tan ñoños como Adrián y pensar que a final de cuentas lo que vale la pena es agradecer y demostrar el amor a las personas que a pesar de todo , queremos con todo el corazón.

Así que feliz navidad, aquí su grinch con crisis de escritor sólo tiene buenos deseos...a pesar de todo.

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