domingo, 29 de marzo de 2009

Paradoja de la paradoja en la paradoja

Aguinaga( nuestro profesor de literatura) ha hecho grandes esfuerzos por hacernos comprender la diferencia entre ironía, sarcasmo y paradoja. Y yo he hecho grandes esfuerzos por aprenderla pero la verdad es que no me queda muy claro hablando conceptualmente. Lo que sí me queda muy claro es que detesto cuando una paradoja me sucede en la vida diaria de una manera tan repetitiva que me da la impresión de que alguien, desde las alturas, se burla de mí jugando con mi suerte.

Puede ser que mis llaves se pierdan justo cuando más prisa tengo de irme o que aparezca una procesión que me impida avanzar por avenida Aviación cuando ya de por sí es tarde para clases. O puede ser que me siga una canción que me trae recuerdos que debería poder dejar ir. Me he sentido atrapada en las notas de una canciòn de rock que a veces quisiera no escuchar. Me hacen daño cada uno de sus acordes, de sus estrofas, de su tonada...

Paradoja es encontrarte a alguien que quieres ver, paseando con alguien a quien te gustarìa no ver jamàs por la razòn que sea para despuès palidecer, esquivar la mirada, hundirte en la poesìa que has llegado a sentir falsa y avisarle de la manera màs patètica que la has visto sin querer. Esto es una jugada sucia del destino que sòlo puede acrecentar la rabia o la làstima por uno mismo por enojarse sin fundamento, sin una razòn concreta cuando en realidad queda claro que todo ha quedado reducido a un puño de celos ficticios.

Paradòjico es escribir cuando en el fondo no hay ganas sino necesidad; comer en el momento en el que menos hambre tienes o no poder dormir cuando te caes de sueño. Mi sencilla conclusiòn es: Odio las paradojas!

Anabel.

domingo, 22 de marzo de 2009

Siento que esta vez mi suerte puede cambiar

Bueno, primero, decir que todos los chilangos, a menos de que yo los conozca personalmente o les diga lo contrario, son unos idiotas. Si usted está leyendo esto y pertenece a la grey que habita encima del ex lago de Texcoco y no tiene el placer de haberme dicho "hola" alguna vez en su vida, lo siento pero es un idiota.

A parte son un friego.

De todas maneras ese no era mi punto del blog. Nada más es algo que me lleva dando vueltas en la cabeza algunos días. En fin, vamos a lo que sigue.

Radiohead, RA DIO HEAD... radiohead..... radihed... Las mejores cosas de la vida no son gratis. Cuestan mil cien pesos (mil trescientos por aquello de que los de ticket master no se nos vayan a morir de malnutrición los pobres), más las casetas, la gasolina y las comidas a y en el DF.

Entonces, bueno, la verdad es que las mejores cosas en la vida sí terminan saliendo algo caras, pero pues qué querían ¿eh? nada más Lalo y Lagrimita cantan gratis y en esta ciudad (Descanse en paz el Lalo, que en la vida y en la muerte se lo cargó el payaso). Por lo demás hay que pagar.

Me acuerdo de la primera vez que escuché a Radiohead. Era yo un mozalbete de trece años a lo mucho, su Ok Computer estaba a punto de salir, pero todavía nada, así que los ahora dioses del rock moderno, seguían siendo catalogados apenas como una banda “dos tres”.

Eran aquellos tiempos difíciles. Debido a mi alarmante grado de ñoñez, mi vida se resumía en tratar de no ser muy maltratado en la escuela y ser rechazado una o dos veces por semana por mi interés amoroso en turno, que también cambiaba una o dos veces por semana (nunca he sido yo muy masoquista), hasta que le daba la vuelta a todas las escuinclas medianamente decentes de mi escuela (tampoco iba yo detrás de cualquier cosa), y ya me quedaba muy quietecito.

Fue entonces cuando escuché a Radiohead les digo. Apenas empezaba yo a salir de mi avergonzante afición a la Onda Vaselina (nadie es perfecto, ¿¡está bien!?), cuando escuché, obviamente, Creep. Ya sé. Qué asco. Soy un comercialote chafa, vendido a la mercadotecnia. Bueno, yo no tengo la culpa de que esa haya sido la famosa ¿no? Cómo son peleoneros.

Inmediatamente después, procedí a bajarle a mi amiga Iliana su disco de Pablo Honey (primer disco de Radiohead, donde viene Creep, para la raza iletrada). Y ahí es donde valió madre la cosa. Escuché el Pablo Honey como 400 veces seguidas. Primero, al más puro estilo puberto, escuchaba creep y le picaba rew, y escuchaba creep y le picaba rew, hasta que me cansé de picarle rew y salieron las demás rolas. Hasta la fecha me siguen traumando Thinking About you y Prove Yourself.

Después hice lo lógico: bajarle a Iliana otro disco de Radiohead: The Bends. Me gustó más que el primero y obviamente, como es correcto, no se lo devolví y creo que la maldición del The Bends me perseguirá toda mi vida. “¿Cuál es esa maldición?” se preguntarán. No se apuren, es exclusiva mía: Pierdo el disco, no importa cuántas veces lo compre. Van siete veces y ¿adivinen qué tengo? Siete cajitas de The Bends bieeeen bonitas, con absolutamente nada adentro. De hecho ya nada más me quedan como tres. En fin…

Pero bueno, el tiempo que me duró el The Bends, lo escuchaba y lo volvía a escuchar. Era época de lluvias y yo pasaba horas y horas haciendo como que era Thom Yorke, pero en desafinado y con mexican accent. Pero les digo que llovía, entonces se producía el conocido “efecto regadera”, y entre eso y el estéreo a todo volumen, no me escuchaba yo tan tan taan gacho.

La semana pasada ví a Radiohead. No lloré porque ps soy bien machito pues, pero fue un momento que esperé durante la mitad de mi vida. Dios bendiga a Thom Yorke y perdone a los chilangos.

Ved.

sábado, 7 de marzo de 2009

Simplemente no lo entiendo.

Siempre me gustó leer. Leer es como disfrazarse un rato para pasear en un instante de sueños y realidades alternas que proporcionan descanso, conocimiento o liberación. Desde muy niñita me gustaba acostarme de panza junto a la ventana de la sala para tener una vista privilegiada al extraño espacio del árbol de limas que quien haya estado en mi casa debe estar imaginando. Leer es un placer de los dioses muchas veces incomprendido que-si se sabe planear para el máximo disfrute- debe tener un tiempo especial y un ambiente propicio.

Después de este preámbulo, he de confesar que no entiendo porqué muchísima gente ve en el baño el espacio ideal para cultivarse ¿Quién habrá pasado la voz de que leer en el baño ayuda a sobrellevar la última fase del proceso de digestión? He conocido personas que mantienen todas sus revistas, cómics e incluso la Biblia, libro que representa la epítome de mi horror sobre este asunto, porque dicen no tener tiempo para dedicar en otro momento del día.

Esta discusión ha sucedido muchas veces ya y las razones que he obtenido a través de ardua investigación son algo así como: "es que me tardo mucho", "es que soy estreñida", "es que me aburro", "la costumbre", "no tengo tiempo" y finalmente (fanfarrias por favor) "sabe". Tengo crisis porque a mí me parece que uno va al baño a lo que va y no más, no se puede disfrutar la lectura en un espacio chiquito donde huele feo y eventualmente alguien tocará y te dirá que más vale que salgas. Qué afán de la gente por profanar a los libros.

Siempre que manifiesto esta opinión termino siendo contestada por muchas voces que me dicen que lo intente y que yo soy la que no sabe de la vida, pero no me van a convencer sencillamente porque la poesía no rima con los pedos.

Salgan con sus libros a la calle, al parque, a cenar, al estadio, a la escuela, a la casa de la tía Rebe, a la papelería, a la parada del camión, a misa, a patinar, a la cocina, a la cochera, a la biblioteca, al gimnasio, al pan, al antro, al viaje de graduación, a la playa, a la nieve, al trabajo, adónde quieran.

Yo personalmente, gusto de llevarlos a mi cama.....

Bel

Por cierto, comenten ya que no me están ayudando con la crisis...y a todos los lectores de baño k piensen refutar este post, sepan k por leer mucho en el baño salen hemorroides...considerenlo la próxima vez ajajajaja.