miércoles, 15 de abril de 2009

Atrapados en el cliché

Nadie puede negar que mi país figura en el mapa ya sea por razones hilarantes, serias o azarosas que lo hacen dueño de una posición única a nivel internacional que obliga al resto del mundo a fijar su mirada en lo que aquí sucede. Tenemos al narcotráfico, a los monopolios, a la crisis económica, a doña Elba Esther robando sin descanso y primeras planas que muestran un grupo de políticos idiotizados ante la visión de las piernas de Carla Bruni. Pero para qué pensar en todo esto si podemos dedicar esfuerzos a reflexionar otros asuntos que implican la misma cantidad de sexo, drogas y violencia: las telenovelas que han hecho a México tan famoso a nivel mundial.

Las telenovelas son simplemente grandes industrias capaces de generar una aceptación bárbara e inexplicable hacia las mismas historias disfrazadas de novedad y, aparentemente, las personas no se cansan de dedicar horas de su vida a los guiones en los que desde el principio se sabe el rumbo entero de la situación presentada. La receta para preparar una telenovela es bastante sencilla, basta con reunir los siguientes ingredientes y realizar el proceso aquí marcado:

-Se bate la situación amorosa conflictiva (base de la receta debido a su alto contenido de morbo) hasta que queda a punto de turrón. Se le agrega un poco de sexo pasional ridículamente musicalizado, la envidia del villano y la aparición de un tercero que imposibilita la estabilidad de la relación. A continuación se incorporarán cernidos los momentos de suspenso que se determinarán por algún sonido similar al de “psicosis”, provocando un secuestro, un accidente de coche sumamente sobreactuado, la realización de un delito o la revelación del secreto celosamente guardado.

Se engrasa el molde con una edulcolorada barra de mantequilla de diálogos innecesarios y cursis así como lágrimas falsas. Se vacía la mezcla en televisa y se deja hornear durante una hora diaria durante cuatro meses aproximadamente. Al sacarlo del horno, se pica con un tenedor de rating y se agregan distintos escenarios, más actores guapos y un tema pop número uno en la radio a manera de betún. Se refrigera y se sirve.

La pregunta obligada es: en caso de que las telenovelas siempre sean lo mismo, ¿por qué la gente las ve todo el tiempo? Mi hipótesis es que le proporciona a la población una sensación de estabilidad a un bajo costo. Si tomamos en cuenta el nivel de educación así como el socioeconómico de la mayoría de los mexicanos, llegaremos a la conclusión de que es muy bajo y es por esto que las grandes industrias mediáticas se ven obligadas a generar telenovelas pensadas para que las comprenda una niña adolescente de 13 años, evitando así las complicaciones intelectuales y asegurando las ventas.

La gente está tan ocupada viviendo una realidad complicada que necesita ampararse en los cuentos de hadas donde todo sale bien al final, proporcionando así un estado de confort al tener la sensación de que conoce a los personajes ahí planteados y, por lo tanto, le es posible saborear los triunfos ajenos. Es una situación de esperanza programada basada en la historia de la cenicienta que dotó de éxito a todas las novelas baratas en las que apareció Talía en sus buenos años.

La realidad es que los seres humanos no somos felices siempre y que hace falta en pantalla un personaje que asuma las consecuencias de sus actos y razone en base a estructuras más complejas. Se necesitan actores que rindan honor a su oficio- no cualquier persona bien parecida que venda portadas de revistas- para demostrar situaciones más introspectivas como lo son el miedo, las disyuntivas y sobretodo, que la gente no vive polarizada entre el bien y el mal sino que es más complicado.

Todos tenemos una parte buena y una parte malvada que no se ve reflejada en el tipo de guiones que ahora existen en horarios estelares.

Hace falta demostrar la evolución de una sociedad con nuevas problemáticas como podría ser un personaje homosexual que no se ridiculice, más bien que se comprenda y por lo tanto propicie un clima de respeto y tolerancia, una madre soltera que no se la pasa sufriendo por un hombre sino que además es exitosa, un villano más reflexionado en lugar de uno con un tono de voz absurdo, puro en la boca y lentes oscuros. Si las novelas sirven para transmitir mensajes en la población, deberían ser usadas para entretener sin dejar de lado una obligación por educar a estas personas que carecen de estudios y que interpretarán las novelas como parte de su vida diaria. No está mal tener productos que generen ilusiones, lo que está mal es que se presenten de la misma manera rutinaria sin obligar a la población a reflexionar que la felicidad es más que la boda con el “hombre de sus sueños”.

Sin embargo, todo parece indicar que pasará un buen tiempo antes de que se puedan exportar sueños distintos, mientras tanto a chutarse el “gran amor que vale más que mil costales de oro” y a fingir que así es la realidad: situaciones color de rosa, un accidente automovilístico sobreactuado y nada más. A predecir el gran final.


Anabel.

2 comentarios:

  1. Como que sabes mucho de novelas para que no te gusten las novelas no? jajaja ^_^

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  2. hahaha totalmente de acuerdo con el no entender porque la gente ve esas cosas... o como cuando las están viendo y dicen "ay, siempre lo mismo en esas novelas..." y ya no saben que contestarte cuando les dices "y entonces porque las sigues viendo?"

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